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EL REINO TUCMAN

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Mensaje  Alejandra Correas Vázquez Lun Nov 23, 2015 11:07 pm

El  Reino  Tucman
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por Alejandra Correas Vázquez
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El Tucumán era antaño un reino que comprendía a ocho provincias argentinas de hoy: Tucumán, Córdoba, Chaco, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, San Luis y Santa Fe.

Este inmenso territorio estaba gobernado por los cuatro Reyes Tucman, quienes lo recorrían en forma permanente socorriendo y legislando a sus habitantes. Ellos a su vez respondían con obediencia fiel a su padre el Gran Tucman. El Solitario. El cual era visto en persona solamente por estos grandes caciques.

La dinastía Tucman tenía como medio de vida la explotación del “Oro Blanco” (o sea la sal) procedente de la Salina Grande en el antiguo “Mar de Ansenunza” (mar interior salado llamado hoy Marchiquita) situado en el centro de Argentina y que entonces le pertenecía como territorio propio.

Sal marina de un mar desecado y prehistórico, a la cual los reyes Tucman vendían al Reino Charcas —hoy Bolivia— situado en el altiplano. Transacción que realizaban a cambio de otras utilidades, pues fueron muy buenos comerciantes los reyes Tucman.

La llegada imprevista del Inca, gran conquistador, desbordó a ambos países, haciendo desaparecer el reino de los charcas. ¡Y Se apoderó de la sal! Fue entonces cuando los Tucman se retiraron ocultándose en sus zonas boscosas para ya no regresar de esa selva nunca más. Nadie volvió a verlos… Pero siguieron reinando desde allí, convertidos en reyes-dioses.

Según el mito ellos eran de color verde pues estaban hechos de agua y plantas. Por ello los invasores incas (recién llegados, como después los españoles) no podían reconocerlos. Pero siempre retornaban en tiempos de lluvia o sequía para auxiliar a sus súbditos, como lo hacen todos los Reyes-Dioses.

Y aquí estamos siempre esperándolos.
Esta nación perdida y antiquísima, tenía una dirigencia muy particular en su calidad de Reyes-Dioses. Ellos son “Monarcas Aislados”. Isolados Solitarios. Gobiernan desde su aislamiento. Rigen sin ser vistos. Ejercen un mando esotérico subyacente, que predomina y domina sin hacerse ver.

Su pater familia llamado el “Gran Tucman” (padre de los cuatro Tucman) es un rey-dios al que ningún súbdito puede llegar a visitar, y sólo se comunica con los hombres a través de sus hijos itinerantes. Semeja en este concepto, al Gran Hermafrodita de masones y templarios.

Semánticamente hablando “aislado” significa habitante de una “isla”. De allí el término más antiguo de “isolado”. Pero esta Isla Tucman (interior y mediterránea como toda isla mítica) nunca fue encontrada, por ninguna de las numerosas expediciones que se hicieran en siglos anteriores, en busca de su paradero, cuando el Tucumán era una inmensa provincia colonial. O por expediciones militares argentinas de antaño. Las cuales también incursionaron por la selva enmarañada y pluviosa conocida como “El Impenetrable”. Soldados armados hasta los dientes que buscaban hallar el trono y la capital de los Reyes Tucman, a quienes los rebeldes indios nativos insistían en obedecer ...desobedeciendo.

Lo más curioso de ello es que obedecían desobedeciendo. En especial negándose a colaborar con el trabajo. En huelga de brazos caídos. Los Reyes Tucman les prohibían, según parece, colaborar con el invasor. Ya fuese éste un indio como el Inca, o un blanco español.

Esto evidencia que tal política de mando, estaba dirigida en un principio contra del Incaísmo, su primer invasor. Pues sabemos bien que el Imperio Incaico del Sol era una civilización del trabajo. De su estructura sobresale al analizarla, la distribución del trabajo como base de su socialismo solar. Incluso vemos al Inca, azadón en mano, en las pinturas del príncipe Guaman Poma. Nada mejor para los Tucman que oponerse al hijo del sol con una “huelga de brazos caídos”, ya que fue él quien los desalojó de sus predios en la Salina Grande. Pues tampoco el Incario aceptaba la transacción comercial, o sea la venta de la sal, que favorecía a esta dinastía Tucman, y que quedó prohibida.

Una frase muy escuchada dice de quienes  vagan en el trabajo o “remolonean” en el estudio (principalmente dirigida a los escolares) –¡Estos niños sólo obedecen a los Tucman!– o sea a nadie... ni estudiaban ni trabajaban.

EL  MITO

EL Gran Tucman como el Gran Hermafrodita masónico (como también Osiris a quien le falta el pene procreando sin él a Horus) tuvo sin cópula por partenogénesis, una muy copiosa descendencia: 4 hijos, 8 nietos, 16 bisnietos... y así hasta 40.  Que era la última fecha calculada por este antiquísimo gobierno Tucman cuando el Inca (quien era “non tan sancto”) les quitó su reino, su territorio.

Y además prohibióles su economía basada en la venta y exportación de sal comestible de la Salina Grande (Oro Blanco del País de la Sal) al altiplánico Reino Charcas que era su mejor cliente. Pues en el altiplano boliviano era imperioso lograr esa sal para hacer el charqui, su comida nacional.

Desde un punto de vista no mitológico y racional, el Reino Tucman tenía una autonomía plena hasta la expansión del Incaísmo hacia el 1200 o 1300  de nuestra era. Cuando Europa vivía dos finales trágicos: la extirpación de Cátaros y Templarios. Por esos siglos aquí también en Sudamérica se extirpó al Reino Tucman.

El Incario resolvió apoderarse del País de la Sal (indispensable para gente que vive a grandes alturas) y con razones reales, de políticas pragmáticas que eran “non tan puras”, se apoderó de esta propiedad privada de la comunidad Tucman.

Con ello eliminó dos reinos al mismo tiempo : el Charcas y el Tucman, con sus dos componentes mitológicos propios y muy distintos al del imperio solar. Pues el Incario era monoteísta (adorador del Sol Inti), los Charcas eran trinitarios, los Tucman tenían cuatro dioses.

Le respondieron de dos maneras opuestas : Los Charcas en constantes guerras (las cuatro guerras prehispánicas del Collansuyo, donde la última de las cuales favoreció a España). Y los Tucman por su parte, cruzándose de brazos. Se diría que el Incario no gobernó realmente a ninguno de ambos.

Desde aquel momento los Reyes Tucman se retiran y se “aíslan” en la selva, conformando un mando mítico de dioses-reyes. Tal como llegaron hasta nosotros. La historia del Reino Tucman nunca podrá ser escrita. Pero sí descripta. Argumentada su mitología y analizado su misticismo. Pues semejante a los mitos gálicos del mundo Celta, su pasado hállase implícito en su cosmogonía.

El Reino del Tucumán poseía esa próspera explotación de sal, muy fructífera y vigilada por buenos guerreros, quienes serían imbatibles durante siglos. Pero a la cual el Incario —más potencial— iba a eliminar hacia el 1300 d.C. Los Reyes Tucman por siglos vendieron su producto salino (el mentado Oro Blanco) al altiplánico Reino Charcas, dueño del cerro más rico del mundo. Y éste último les pagaba en oro y plata del Potoche (Potosí), pero no tardaba, por cierto, en revenderlo a muy alto precio.

Oponiéndose a todos ellos, los Incas, socialistas a ultranza, propulsores del bien colectivo y estatal (siempre que el Estado fueran ellos, una familia de la realeza) como asimismo opositores firmes al comercio y al uso del oro como metal de intercambio, acabó con estos dos reinos : Tucman y Charcas. Los hijos del sol aniquilaron esas naciones antiquísimas.

Los Incas no admitían propiedades privadas, latifundios ni minifundios, mucho menos especulación comercial. Y sin duda alguna estos reyes Tucman, quienes eran dueños absolutos del País de la Sal,  hacían con él,  pingües negocios.

El Tucumán libre e histórico, gran reino, ya había muerto a la llegada del español pues pertenecía a ese tiempo ilímite donde viven todas las culturas precolombinas. Fue un constructor de mitos para transmitir antiguos mensajes, próspero en el comercio y aliado de los Charcas, los enemigos del Inca, el hijo solar. Fue el Incaísmo quien los borró del devenir —hecho muy imperial— porque no quería pagar la sal. Y como siempre hacen los socialistas “estatizó” el salinar. Lo “desprivatizó”, eso que hoy día tanto se critica.

También lo borró de la historia, del recuerdo vivo y fue allí cuando se refugió en el mito. Como hicieron los galos con su pasado histórico que conformó sus leyendas vivas.

Podemos describir al mentado Gran Hermafrodita o Gran Tucman, padre ancestral de los cuarenta Tucman, como a un autócrata de carácter teocrático. “Aislado”. Habitante de una isla real o mítica, vinculado al agua. Dios marino en tierra firme, campo adentro, a quien nadie puede ver.

El envía continuamente a sus cuatro hijos color verde y constituidos de agua y plantas, para distribuir periódicamente con generosidad : lluvia, cosecha, flores y pájaros. Abundancia.

Los bienes pródigos de la fecundidad que dominan los reyes dioses Tucman, son ansiados en el “Tucumanao” detrás de la Salina Grande (hoy provincia de Córdoba) cuando cae con su aridez sobre esta región: la sequía cíclica. Pues esta frontera semiseca del Tucumán verde, llamado “Tucumanao”, separada de la selva tucumana por la enorme salina, espera siempre a los reyes Tucman itinerantes, como portadores de lluvia y fertilidad.

Sus períodos cíclicos de seca, con incendios y humaredas. Falta agua. Falta lluvia. La cual traen sus amados reyes-dioses bienhechores... enviados por el Gran Tucman.

Cuando los Reyes Tucman en su sapiente benevolencia trazaron el camino al sur de la Salina Grande (el cual era su bien propio) siguiendo la ruta estelar que guía la Cruz del Sur, con toda evidencia señalarían allí un período de tregua, casi olímpica, diciendo: “Llegamos cada cuatro años y cada cuarenta años”.

En este ciclo de cuatro hijos y cuarenta descendientes, se asienta el período de sequía que invade al centro de Argentina y especial a la provincia de Córdoba (que está al sur de la Salina) y puede tornarse de húmeda en seca o de seca en húmeda, por obra de los Caciques Tucman .

Pues Tucman es ...¡Selva!... Y cuando ellos se ausentan largo tiempo... llega la …¡Sequía!

Tucumán indica selva, lluvia, humedad, rocío, verde, foresta, bosques, pájaros, flores, mariposas. Los recordados Reyes Tucman o el Reino Tucman como dinastía, podría traducirse empleando un buen castellano, como el Reino de la Selva. Reino de la Lluvia. O Reino de los Pájaros. En suma, un reino ecológico.

Ellos cruzan cada medio siglo la Salina Grande, visitan a Córdoba, viven alegres entre los cordobeses y luego se retiran. Detrás de ellos al partir, se retiran también las lluvias, el rocío, las flores y las aves ¡Se han retirado los reyes míticos! ...Los Tucman.

Pero volverán. Un día los tendremos de vuelta con nosotros, con el agua y la vegetación. Con el rocío y el canto de las ranas. Tal es la leyenda. Tal el mito. Y tal los hechos ecológicos en Córdoba del Tucumán y su provincia, en el período colonial como en el actual. Como en aquel tiempo en el que se lo conocía como el “Tucumanao”, zona seca.

Pues la región cordobesa tiene una larga tregua menor de cuatro años y una mayor de cuarenta años, dentro de un casi medio siglo cíclico, donde las lluvias embellecen y florecen las sierras y las pampas, el horizonte se azula y el colibrí adorna las mañanas. Son nuestros Reyes Tucman que han regresado.

Y luego parten ...inesperadamente... Entonces ataca como plaga de langosta ¡la Sequía.!

Tucumán por su nombre mismo habla de riego y vergeles. De selva y lluvias torrenciales. Cruza la salina y se retira. El Tucumán llega, se establece y se va. Entra y sale. Viene y parte. Tal como el mito antiguo de los Reyes Tucman lo condiciona.

En el mito los Tucman, siguiendo la tradición matemática y numerológica de todas las culturas precolombinas, eran un conjunto homogéneo de varios hermanos que cogobernaban y nunca se separaban. Venían juntos y se iban juntos. Algunos sostenían que eran dos los Tucman (diarquía tipo clásica), pero otros aseguraban que eran cuatro (por el ciclo menor de cuatro años) colocándose uno de ellos en cada punto cardinal.

Aumentaban también su número de ocho a cuarenta y si seguían jugando con los números, éstos podían llegar a hacerse infinitos. Ciertos serranos mirando al cielo solían decir antaño, que había allí cuarenta estrellas principales, una por cada Rey Tucman. Pero como las mitologías tienen la virtud de ramificarse de maneras infinitas, nos quedaremos con los cuatro Tucman ecológicos de la prosperidad, que vienen y van. Nos visitan con su vergel y nos abandonan … para caer luego Córdoba, en un período de seca y campos incendiados,  por la falta de agua.

El ciclo cordobés de lluvia y sequía, aseguró la continuidad del mito en la población nativa. Una sociedad campesina y dependiente de las lluvias.

Las chacras sin agua no pueden vivir. En ellas se siembra y se cosecha. Se clama por la lluvia. Y esta población nativa bautizada y catequizada, a espaldas de la Curia imploraba por el regreso de los Reyes Tucman, en los campos pampeanos secos y las lomadas de la sierra incendiada, con las consabidas ceremonias agrarias de “señales de humo”.

Ellos  —los Tucman— quienes tenían su trono del otro lado de la Salina Grande, anoticiábanse por medio del humo (incendios de seca)  de este reclamo, llegando solícitos en su socorro al sur del Salinar.

Entonces ellos regresan … atravesando el Salinar. Retornan. Vuelven con su verdor. ¡Nuestros míticos Reyes Tucman siempre y en todo momento, benéficos y presentes! El mito. La leyenda. Ayer y hoy, vivificante, y velando de nuevo por nosotros.

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Alejandra Correas Vázquez

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